PROVERBIOS 4:5-9

"Adquiere sabiduría , adquiere inteligencia;no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; no la dejes y ella te guardara;amala, y te conservará.
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría , y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia.
Engrandécela ,y ella te engrandecerá, cuando tú la hayas abrazado.
Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará."(Proverbios 4:5-9)

El Hombre


EL HOMBRE  (instituto Bíblico Visión Barrancabermeja)

INTRODUCCIÓN


“¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que los visites? Le has hecho poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y de honra”.

Durante una reunión de eruditos, alguien le pidió a Thomás Carlyle, el famoso escritor inglés, que expresara su opinión sobre el origen del hombre. Ante esta oportunidad, dijo: “Caballeros, ustedes colocan al hombre en un nivel levemente superior al de un renacuajo. Yo comparto la opinión del antiguo poeta, “le has hecho un poco menor que los ángeles”.

¿Quién es el hombre? He aquí las alternativas.

1.       El hombre es simplemente un animal avanzado;  o
2.       Es realmente la creación suprema de dios.
No existen otras.

I.        EL ORIGEN DEL HOMBRE


¿Quién puede conocer mejor al mismo hombre que su creador? De la misma manera que la Biblia afirma que Dios creó los cielos y la tierra, también asevera que Dios creó al hombre.

Creer en la Biblia y lo que ella dice acerca del origen del hombre no quiere decir que seamos ignorantes de las muchas explicaciones que a través de la historia el ser humano ha dado a las inquietantes preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿Por qué somos?, ¿Para qué somos?

A.      La mayoría de las respuestas que han dado los hombres a estas preguntas  ignoran la enseñanza bíblica. La más popular hoy día es la respuesta materialista dada por Carlos Darwin, llamada la Teoría de la Evolución; la cual dice que todas las formas de vida se originaron cuando, hace millones de años apareció la materia y la energía como consecuencia de unos accidentes de la naturaleza.

Dentro de la materia y la energía, se desarrollo una célula viva en algún mar lodoso, y de esta célula viva original se desarrollo toda la vida, a consecuencia del proceso de selección natural y gradual, por las leyes físicas e inherentes. La célula viva produjo una evolución de amebas, gusarapos, peces,  lagartos, mamíferos, monos, hasta producir al hombre. De manera entonces que, de acuerdo a esta teoría se ha producido todo un proceso gradual y continuo de las formas inferiores de vida hacia las superiores; hasta llegar al hombre. De hecho, Dios ni tiene parte ni suerte en estas conclusiones, pues dicen que no existe tal ser. Creen que El es meramente una invención de la mente humana y que el relato de Génesis es un mito.

B.      La filosofía con Anaxágoras, Sócrates, Platón y Aristóteles en la antigüedad y continuando hasta nuestros días, se refiere más bien a un supuesto “origen metafísico” explicando la llegada del hombre al mundo en términos psíquicos e inexplícitos. La filosofía descarta totalmente el relato bíblico de la creación. Se satisface con analizar al ser humano, esperando de esa manera penetrar algún día en los misteriosos insondables de sus origen.

Al mismo tiempo, a través de las edades los mismos filósofos han estado muy poco de acuerdo entre sí. Como dice Max Scheler, “En ninguna época han sido las opiniones sobre la esencia y el origen del hombre más inciertas, imprecisa y contradictorias que en nuestro tiempo”.

El gran problema que enfrenta el filósofo, es que al negar a Dios, no tiene modo de explicar cómo llegamos a ser. “En forma global, hoy estamos ante la concepción de un hombre sin fe, sin familia, sin amigos y sin metas en la vida”, dice el filósofo argentino Luis F. Rivera: “El hombre moderno, busca desesperadamente el origen y sentido de la vida sin sentido”.

La evolución y la filosofía, en lugar de darnos respuestas satisfactorias, nos meten en un atolladero. En su misericordia Dios, por medio de su bendita Palabra, nos saca de ese cenagal, asegurándonos que fue El quien nos creó. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

II.      LA NATURALEZA DEL HOMBRE

A.      Adán fue el punto culminante de la creación de dios. (El nombre “Adán” significa “hombre, humanidad”. La palabra hebrea “adan”, en su sentido general, no tiene que ver con masculinidad, sino más bien con humanidad, en la que se incluye tanto varones como mujeres). La creación del hombre fue el resultado de un consejo especial de la Divinidad (vr. 26). Esto hace que el hombre sea una creación única y especial. Durante años los evolucionistas han desenterrado montones de calaveras rotas y de huesos deformados y los han presentado como “prueba” de la existencia de antiguas criaturas subhumanas, para afirmar que los primeros hombres fueron unos seres toscos, sin capacidad intelectual, semianimales que finalmente llegaron a la categoría de humanos. Al contrario la Biblia nos muestra que Adán era un ser tan capaz, con los 5 sentidos en absoluta perfección, dotados de tanta habilidad que Dios le encargo la administración de la tierra (vr. 28), y le dio la tarea de estudiar la naturaleza de los animales y ponerles nombres que correspondieran a su verdadera naturaleza (2:19,20).

Adán se entendía perfectamente a sí mismo y a su medio. Además tenía la capacidad de poder comunicarse inteligente y conscientemente con su Creador (Gn. 2:16, 17; 3:8-10).

B.      La Biblia nos indica que Dios nos creó a Su imagen y semejanza. La misma naturaleza también me lo dice. El que no lo entienda así no ha aprendido la lección primera o introducción, y tiene que comenzar con el alfabeto del hombre”.

Sir Thomas Browne


Varios pasajes de las Escrituras muestran claramente que todos los seres humanos, aunque descienden de un Adán y una Eva caídos, siguen siendo portadores de la imagen divina, por ser “criatura de Dios” (Gn. 9:6; 1Co. 11:7; Stg. 3:9). Aunque tenemos que conceder que hay aspectos de la imagen y semejanza de Dios que hemos perdido, todavía retenemos características importantísimas. Este hecho conlleva parentesco con Dios y nos hace especiales.

Los términos hebreos de Gn. 1:26 son “tselem” – imagen, “d’mut” – semejanza. La palabra imagen se refiere básicamente a una “imagen o modelo de trabajo”. El termino semejanza, se refiere a “similitudes visuales, auditivas y estructurales en un modelo, patrón o formato”. Es evidente, que las palabras se usan intercambiablemente, la última explicando la primera.

Estudiaremos las varias perspectivas del sentido de la imagen y semejanza de Dios en nosotros.

1.       La imagen de Dios en términos de semejanza física. Esta interpretación trata de hacer una diferencia entre los dos términos. Dice que el hombre tiene la imagen espiritual de Dios Padre y la semejanza física del Hijo, argumentando que el significado original de la palabra semejanza (“similitudes visuales”), se refiere al Hijo, quien es el único de la divinidad que ha asumido forma corporal. Sin embargo, esta interpretación es poco probable porque el Hijo no se había encarnado.

2.       La imagen de Dios en términos de dioses pequeños. Estas teoría dice que la imagen de Dios hizo de los humanos “pequeños dioses”, con similitudes divinas en carácter y personalidad. Utilizan ciertos textos para apoyar este peligro concepto (Jn 10:34; Sal. 82:6,7; Gn. 6:2-4). Nos tomaría mucho espacio explicar estos textos, y sugiero que se investigue la interpretación correcta, que de hecho, no respaldará tan concepto de que el hombre es un “dios”; lo cual es una versión de la mentira de Satanás en Gn. 3:5 y en la actualidad proclama el humanismo.

3.       La imagen de dios en términos de capacidad corporal. Esta interpretación es la que enseña la iglesia católica. Dice que Adán y Eva fueron creados moralmente neutros. Esto es, no fueron creados buenos, ni creados malos. Sin embargo, fueron creados con apetitos que podían conducirles a pecar. Dios para prevenir el pecado, intervino y les dio lo que llaman un “donum supernaturalis” (un don dado por encima de lo recibido naturalmente). Al pecar Adán y Eva no perdieron su condición de inocencia moral; perdieron ese donum supernaturalis, es decir,  la gracia que les daba poder sobre sus inclinaciones normales. El pecado, entonces, es un lapso, una falta moral, una consecuencia de sus condición de debilidad. El hombre recupera ese don a través de la iglesia y por medio de los sacramentos.

4.       La imagen en términos de dominio y representación. Los que respaldan esta interpretación ven una relación entre “dominio” e “imagen” (Gn. 1:27-28). Para ellos es obvio que la relación entre estos dos términos en el texto aclara que es “la imagen y semejanza” de Dios en nosotros. Ejercer autoridad y dominio sobre lo creado es la manera en que reflejamos esa imagen. Sin embargo, un estudio cuidadoso de los dos textos, nos enseñan que el versículo 27 habla de la “forma” en que Dios creó al hombre; mientras que el versículo 28 revela el “propósito” para el cual lo creó. Lo mismo sucede en el versículo 26, donde se puede notar la diferencia entre la primera y segunda parte del texto. Además este concepto limita y reduce la imagen de Dios en el hombre, llegando a ser sólo deber, una obra, y no propiedades de nuestra personalidad que reflejan al Ser divino.

5.       La imagen en términos de virtud moral y personalidad. Se encuentra esta explicación de la “imagen y semejanza” de Dios en el hombre al definir lo que es ser “persona”. Tanto Dios como el hombre poseen cualidades especiales que lo distinguen de todo aquello que es impersonal. Varios pasajes del N.T. nos proporcionan los cimientos para la definición más acertada de la imagen de Dios en el ser humano (Ef. 4:22-25; Col. 3:9-10).

Al definir esta posición se aclara:

a.     Similitudes con Dios. El humano se parece a Dios en lo interno, no en lo externo. Se entiende esta similitud a través de los atributos comunicables:

þ     Capacidad intelectual (seres racionales).
þ     Libertad moral (seres volitivos).
þ     Habilidad para amar (seres personales).
þ     Sentimiento (seres emotivos).

b.    Aquello que distingue al hombre de Dios: En ciertos aspectos el ser humano se parece a Dios, en otros hay una diferencia abismal. Se entiende esta diferencia por los atributos incomunicables de Dios:

þ     Su omnipotencia.
þ     Su omnisciencia.
þ     Su omnipresencia.
þ     Su inmutables existencia.

En Resumen. Dios no solo un Ser personal. No puede dividir estos dos aspectos, ni en Dios ni en el hombre, puesto que ni Dios ni el hombre son neutros. En la caída el hombre perdió terriblemente lo que fue la plena imagen que fuera al principio, especialmente su excelencia moral que había recibido de Dios. Ciertamente perdió su parentesco con Dios en su conducta.

Aunque por cierto retuvo importantes características de personalidad, como la intelectual y su capacidad creativa, el pecado ha distorsionado toda su naturaleza.

Sin embargo por el acto de la regeneración de Cristo y de la obra santificadora del Espíritu Santo, el hombre recobra la imagen de Dios.

c.     La Naturaleza Tripartita del Hombre. ¿Cuáles son los componentes básicos que forman al ser humano? La respuesta a esta pregunta comprende un estudio sobre tres término principales: “cuerpo”, “alma” y “espíritu”. Los escritores bíblicos utilizan una amplia variedad de términos para describir los componentes del ser humano.

En Gn. 2:7, encontramos un relato más detallado de cómo fue formado el hombre. En líneas generales, este texto afirma que la afirmación que la creación del hombre incluyó un elemento material (“el polvo”) del cual Dios formó el cuerpo, y un elemento inmaterial (“el soplo o aliento de vida”) por el cual Adán fue un “ser o persona viviente, con todas sus facultades”.

El dicotismo (“división en dos”) sostiene, en base a este texto, que los elemento constituidos de los seres humanos son solamente dos: cuerpo y alma. Argumentan que el término “espíritu” es sinónimo de “alma” y que las dos palabras se usan en la Biblia en forma intercambiable. Sin embargo, cuando se analizan todos los textos que hablan del “alma” y del “espíritu”, aunque parecen ser sinónimos en ocasiones, en la mayor parte de las Escrituras está claro que son distintos. El espíritu y el alma representan dos partes o elementos constituidos de la sustancia inmaterial del ser humano. Aunque “separados”, el espíritu y el alma no son “ separables”; es decir, aunque es posible distinguir el uno del otro, no es posible separarlos. En la teología Bíblica y sistemática, Pearlman dice: “El alma y el espíritu se saturan y compenetran mutuamente. El alma sobrevive a la muerte porque recibe del espíritu su vida. Son inseparables, porque el espíritu se halla entretejido y fundido en la sustancia misma del alma (1 Ts. 5:23; He. 4:12; 1 Co. 15:45).

1.       El Espíritu Humano

a.         Al hablar del espíritu, los hebreos usaban el término “ruáj”, un término que aparece 387 veces en el A.T. El significado básico es “aire en movimiento”, “viento” o “aliento”, aunque también denota “toda la conciencia inmaterial del hombre” (Job. 32:8; Pr. 20:27; Nm. 16:22; Ec. 12:7).

b.         En el N.T., el término griego es “Pnéuma” también con el significado básico de “aliento” o “soplo”, pero se relaciona “con el ámbito espiritual, el ámbito de la realidad que se halla más allá de la observación ordinaria”. Es decir, que el espíritu entrelaza a los seres humanos con el ámbito de lo espiritual y los ayuda en su interacción con él mismo. 

c.         En todo ser humano habita un espíritu dado por Dios, en forma individual (Nm. 27:16). Este espíritu fue formado por el creador en la parte interior de la naturaleza humana juntamente con el alma, y es capaz de renovación y desarrollo (Sal. 51:10). En el principio Dios “soplo” o “impartió” el espíritu de vida en el cuerpo inanimado y el hombre se convirtió en “ser” o “alma viviente” (Gn. 2:7).

d.         El espíritu, representa la naturaleza más elevada y espiritual del ser humano. Su función principal es dar vida al cuerpo y alma (Stg. 2:26) y a través de él, el hombre y puede tener conciencia de dios (1 Co. 2:11; Ef. 1:17) y también puede conocer las cosas espirituales (1 Co. 2:14). Cuando el espíritu humano es habitado y controlado por el Espíritu de Dios (Ro. 8:16) se convierte en centro de adoración (Jn. 4:23, 24), de oración y comunión (1 Co. 14:15; 2 Co. 13:14), y servicio (Ro. 1:9; 12:11).

e.         El espíritu está relacionado con el carácter del hombre. Aquello que adquiere dominio de su espíritu se convierte en una característica de su carácter. Por ejemplo, si permite que el orgullo lo domine, se dice que tiene “un espíritu altivo” (Ec. 7:8). De acuerdo a las influencias que lo controlan, un hombre puede tener un espíritu perverso (Ef. 19:14); un espíritu contrito y humillado (Sal. 51:17). Cuando el pecado domina al ser humano, se dice que su espíritu está “muerto” (separado de Dios) en delitos y pecados (Ef. 2:1; Col. 2:13). De ahí que sea necesario un “nuevo espíritu” (nueva vida espiritual, “nuevo nacimiento”), (Ez. 18:31; 11:19; Sal. 51:10); y solamente el Espíritu Santo, puede “cambiar”, “transformar”, “regenerar” el espíritu del hombre (Jn. 3:5; Col. 3:10; Tit. 3:5).

2.       El Alma Humana (1 Co. 15:45)

a.         Para hablar del alma, el término de los hebreos es “nefesh”, que aparece 755 veces en el A.T. Lo más frecuente es que esta palabra de amplio significado quiere decir básicamente la “vida”,el “yo”, la “persona” (Jos. 2:13; q R. 19:3; Jer. 52:28). Cuando es utilizado en un sentido más amplio “nefesh2 describe lo que somos: “somos almas”, “somos personas”.

b.         Los escritores bíblicos del N.T. utilizan la palabra griega “psyé” para describir el alma. En el griego el es:

þ     El asiento de vida, o la vida misma (Mr. 8:35).
þ     La parte interior de ser humano, equivalente al yo, la persona o la personalidad.
þ     Elemento conceptual, visión interior, voluntad (Mt. 22:37).

c.         Después de conocer los términos bíblicos en el original de la palabra alma, podemos concluir que “el alma es ese componente inmaterial e interior del ser humano, donde residen los elementos básicos de la personalidad: Inteligencia, sentimientos y voluntad.” Debe su existencia al soplo de la vida de Dios, es decir, al espíritu (Gn. 2:7). Es el principio vivificante e inteligente que gobierna el cuerpo humano, empleando los sentidos y órganos corporales para expresión de sí misma y comunicación con el mundo exterior. El alma la podemos describir como espiritual y viviente puesto que procede de Dios; la describimos como natural, puesto que opera por medio del cuerpo.

d.         Deben observarse tres distinciones, a saber:

þ     El alma distingue la vida del hombre de las cosas inanimadas y también de la vida inconsciente de las plantas.
þ     El alma distingue al hombre de los animales. El alma de los animales es su sangre (Gn. 9:4; Lv. 4:26-27) que perece al morir el cuerpo. El alma del hombre, es diferente puesto que es vivificada por el espíritu y es inmortal (Mt. 10:28).
þ     El alma distingue a una persona de otra, y forma de esa manera la base de la individualidad humana. Por eso el vocablo “alma” es empleado en el sentido de persona (Job 12:10; Ez. 18:4).

e.         Sabemos que la primera alma existió como resultado del soplo sobrenatural de Dios. Mas ¿Cómo se han formado las almas desde entonces? El origen del alma puede explicarse mediante la creación divina y la cooperación de los padres. En el comienzo de una vida, interviene Dios, juntamente con los medios procreados humanos. Todos los seres son creados de acuerdo a las leyes naturales que Dios ha ordenado (Sal. 139: 13-16). En el momento de la concepción, cuando el espermatozoide de origen masculino se une con el óvulo de ADN (Código Genético) que hay en cada una de las células para unirse con el ADN de la otra, formando una célula enteramente nueva. Por consiguiente, es incorrecto que los defensores del aborto se refieran al embrión o feto en cualquiera de sus etapas, llamándole “mi cuerpo”. El organismo que se está desarrollando dentro del vientre materno es en realidad, un cuerpo individual y una persona distinta.

f.           La Biblia afirma claramente la inmortalidad del alma. El mensaje,  tanto del A.T. como del N.T. es que hay vida después de la muerte física. El alma es inmortal (Job 14:14; 19:25; 2 S. 12:23; Lc. 16:19-31; He 9:27; Ap. 20:12-15). 

“Creo en la inmortalidad del alma, porque siento dentro de mi alientos de inmortalidad”
Helen Séller.

Porque el hombre es “espíritu”, es capaz de tener conciencia de Dios y comunicación con Dios; porque es “alma” tiene conciencia de sí mismo; porque es “cuerpo” tiene, mediante los sentidos, conciencia del mundo”.
Scofiel.